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La incomodidad de lo que nos rodea en el Centro Cultural San Martín
Durante los meses de noviembre y diciembre de 2021 la colonia de caracoles vivió en un invernadero instalado en el Centro Cultural San Martín junto a objetos, fotografías y un dispositivo tecnológico de observación.
La muestra estuvo basada en varios conceptos. En la presentación del proyecto, yo había pedido la Sala E del Centro Cultural, una sala oscura e intimista y, a causa de la pandemia, este espacio no estuvo disponible para la programación del 2021. A cambio de esa sala me ofrecieron la sala Hall AB, un espacio que estaba disponible, pero totalmente diferente: muy abierto y con luz natural. En la necesaria adaptación del proyecto, me encontré de lleno con la arquitectura del CCSM. Una serie de operaciones convirtieron el espacio en una “mise en abyme”, ya que la instalación producía un efecto especular que intentaba generar una realidad autónoma del objeto artístico dentro de la obra, (tan real que incluso pudiera reflejar dentro de sí lo que lo rodeaba). El concepto de puesta en abismo me permitió notar que el espacio Hall AB del centro cultural es una gran pecera en la que construí una estructura invernadero con forma de pecera en la que coloqué las peceras donde habitan los caracoles. Es más, con el agregado de la tecnología, se incorporó otro vértice que permitía estar en el medio y afuera al mismo tiempo, en el que la interfaz tecnológica era la encargada de producir la mediación. La incorporación de un sistema cerrado de cámaras de video vigilancia produjo que, mientras el visitante observaba qué era lo que pasaba con les caracoles, las cámaras observan qué pasaba con los visitantes. Finalmente, el CCSM mismo observaba todo el proceso.
La Instalación desarrollada en el Centro Cultural tenía cuatro partes repartidas en los espacios del Hall AB. En uno de estos instalé un invernadero en cuyo interior se encontraban ocho terrarios con una colonia de alrededor de quinientos caracoles rumina decollata, un calendario del Metropolitan Museum of New York de 2022, un sistema cerrado de cámaras de video vigilancia y una pantalla en la cual cada visitante podía verse multiplicado mientras observaba lo que sucedía dentro de la instalación.
En un segundo espacio, se encontraban los materiales comidos por los caracoles, los restos del calendario del Metropolitan Museum of New York de 2014 y una pantalla de video en la cual se podía visualizar a los caracoles masticando y comiendo diferentes hojas del almanaque. Los materiales se encontraban repartidos en ocho enmarcados de doble vidrio y doble marco color madera. Esta parte de la instalación invitaba al visitante a encontrarse con los restos que habían quedado de reproducciones de las mejores obras de uno de los museos más importantes del mundo.
En el tercer y último espacio y, a lo largo de varios paneles, se exhibían fotografías de gran tamaño de la instalación original en mi taller y una pantalla que mostraba las experimentaciones que había realizado sobre material en video por medio de programación processing.