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La vulnerabilidad del confort

En la misma época en la que había decidido no deshacerme de los muchos caracoles que devoraban las plantas de mi jardín, decidí hacer lo mismo con las babosas. Aprovechando que en mi taller ya había terrarios con caracoles, durante mucho tiempo les fui incluyendo. A partir de ese momento las babosas que iba encontrando en el jardín o en la cocina de mi casa dejaron de ser eliminadas y fueron mudadas a mi taller.

Desde el inicio, los caracoles se llevaron toda mi atención, cuando se trata de babosas el rechazo es casi unánime (con solo nombrarlas aparece la palabra asco), se presentan como verdaderas hackers ya que dejan rastros que muestran que estuvieron ahí, son rápidas, llegan muy lejos y es difícil encontrar donde viven: se esconden magistralmente. Es imposible agarrarlas con las manos sin que nos quede una sensación muy extrañamente pegajosa y difícil de sacarse. Si buscamos información sobre ellas en internet lo que aparecen son decenas de ofertas de productos para deshacernos de ellas. 

La presencia de babosas en la cocina de mi casa es de larga data, sus trazas brillantes siempre aparecieron en torno a frutas, galletitas o a comida que quedaba en algún plato. Cuando se trata de babosas el rechazo es casi unánime, con solo nombrarlas aparece la palabra asco. Estas se presentan como verdaderas hackers ya que dejan rastros que muestran que estuvieron ahí pero es difícil encontrar donde viven: se esconden magistralmente. Son rápidas, llegan muy lejos y es imposible agarrarlas con las manos sin que nos quede una sensación extrañamente pegajosa y difícil de sacarse. Si buscamos información sobre ellas en internet lo que aparecen son decenas de ofertas de productos para deshacernos de ellas. 

Durante los últimos tres años no dejé de sorprenderme por sus capacidades y características especiales, fue todo esto lo que generó un proyecto con ellas como protagonistas. Después de notar cuales eran los restos que más las atraían y las plantas por las cuales solían transitar en sus paseos nocturnos, comencé a dárselo en los terrarios donde las fui poniendo a medida que las encontraba en mi casa. Hace un tiempo los terrarios derivaron en un sistema de hábitats más complejo en el que las babosas viven y en el que la alimentación se convirtió en parte de un proceso estetizante por medio de la cual se fueron originando distintas materialidades artísticas.

La vulnerabilidad del confort  habla sobre ese límite tan difuso que existe entre lo natural y lo cultural, busca los lugares donde esa frontera se puede volver permeable. Alguno de esos espacios suelen ser nuestras casas, jardines o las plazas de nuestros barrios donde podemos notar que lo natural y lo cultural pueden ser interpretados como una falsa dicotomía.  

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